Desde pequeñita mi madre siempre me advertía y por mucho que yo no hiciera caso lo seguía haciendo:- No hagas eso que te caes, y me caía, -no toques eso que te haces pupa, y me hacía daño, -siéntate, y yo me quedaba de pies, -deja eso que lo vas a caer, y yo lo caía, -deja a tus primas que las vas a hacer llorar, y mis primas lloraban. -come que te vas a quedar en los huesos, y yo no comía.
Mamá se daba cuenta de que no le hacía caso pero aun así siempre seguía advirtiéndome por algo de lo que siempre tenía razón ella. Yo creo que tenía la esperanza de que algún día no la llevara la contraria. Con el paso de los años las palabras cambiaban ligeramente: -No bebas cocacola que tiene cafeina y es malo, y yo la bebía, -no te juntes con esa gente que son malas influencias, y yo me juntaba a ellos, -mira a ver ese chico que no me gusta un pelo, y yo salia con el.-no me cojas los tacones para handar por casa me me estropeas la madera,y yo se los cojia.
asi, durante 13 años, asi asta que, irremediablemente me dí contra la pared. Pero esa pared dura y alta, no como las paredes de cuando era pequeña, no, esta era más difícil de derribar. Y la única manera que encontré de derribarla fue... aciendo caso a mi madre, una de las pocas personas que nunca me va a fallar.
Una madre no es un amigo que pueda irse de nuestra vida, una madre es para siempre, y es cierto que nadie la puede elegir, pero finalmente es MAMÁ, aquella que siempre querrá nuestro bien, que sufrirá por nuestras caídas y que se alegrará por nuestros exitos.SIEMPRE. Te quiero.
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